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Opinión: Reforma Fiscal de Trump, daño colateral para México.

  • Jehison Torres
  • 22 nov 2017
  • 4 Min. de lectura

Si, de nuevo, nos encontramos frente a un panorama complejo. Definitivamente, sumaria puntos, el hecho de que el próximo presidente de México tenga una amplia capacidad en el manejo de temas económicos.

Entre los tópicos de los economistas estas últimas semanas, la Reforma Fiscal de Trump, ha sido un tema ampliamente discutido. Y no es para menos, en Estados Unidos, el viernes pasado, mientras los inversionistas evaluaban el avance de la reforma impositiva, Wall Street cerró con una nota amarga: caídas modestas en los principales índices.

Pero ¿de qué trata esta reforma y por qué ha causado tanto revuelo? Y lo más importante ¿qué efecto tiene en la economía mexicana, que ha dado mucho de qué hablar?

Vamos a simplificar las compactas 8 páginas del framework del documento en cuatro principios básicos.

El primero pretende modificar el código fiscal para que se vuelva más simple, más justo y entendible y por consecuencia más accesible (algo así debería pasar en México para alentar el ánimo a la creación de nuevas empresas o mudarse de la informalidad).

El segundo es muy concreto: lograr que la clase trabajadora obtenga un sueldo neto más alto, motivando entonces el consumo y poniendo en marcha la economía.

Tercero, convertir a su país en un atractivo de inversión, generando y reteniendo así, los puestos de trabajo que tanto demandan los estadounidenses.

Cuarto, repatriar las inversiones de las multinacionales estadounidenses alojadas en sociedades offshore y que se reinviertan en la economía norteamericana.

Ustedes se preguntarán ¿cómo lograrán todo eso?

Se eliminarán provisiones e impuestos que carecen de sentido. Se dejarán de asfixiar impositivamente a las pequeñas y medianas empresas, que funcionan como el motor fundamental de la economía estadounidense, fomentando el emprededurismo. Y la pieza clave: creando un sistema impositivo que sea competitivo a nivel mundial ¿qué sentido tenía que la primera potencia del mundo, mantuviera una tasa impositiva de 39.1%, cuando el promedio en los países industrializados es de 22.5%?

Aquí empieza el problema para México.

La idea de los estadunidenses es bajar ese impuesto que cobran a las empresas de un 39.1% actual, a 20%. Añadirán a este paquete, un incentivo a los capitales que regresen al país. Entonces, una tasa de 20%, seguridad jurídica y la solides institucional de los Estados Unidos, se vuelve una formula atractiva como destino de inversión.

¿Qué implicaciones tiene en la política económica mexicana?

La tasa corporativa en México actualmente es de 30%. Si Estados unidos la modifica, el gobierno mexicano se vería obligado a abrir el Acuerdo de Certidumbre Tributaria que plantea tres cosas: 1) No proponer nuevos impuestos, 2) No aumentar las tasas de impuestos existentes y 3) No reducir o eliminar los beneficios fiscales ni las exenciones existentes con fecha de caducidad fijada en el 30 de noviembre de 2018.

Después de abrir el acuerdo, el primer paso sería reducir la tasa corporativa de 30% a 15%, para mantener un estándar competitivo. Hasta aquí nada suena mal, reducir la tasa impositiva en México debería ahorrarles dinero a las empresas, traduciendo ese ahorro en un aumento de salarios para sus trabajadores, fomentando el consumo, o bien en un motor para la expansión, crenado así nuevos empleos, lo mismo que ocurriera, si se incentiva de este modo a las pymes.

Pero en esta reflexión estamos excluyendo una variable, y esta es el déficit que esto causaría en la recaudación fiscal, y aquí empieza el panorama complejo y desalentador.

Frente a este ahorro de las empresas, nacería una hipotética distribución de este dinero, directa o indirectamente en el contribuyente de a pie y eso por supuesto que es beneficioso para la economía mexicana. Pero, frente a este entorno no podemos asegurar que esto se va a convertir en aumento al consumo, y si pensamos que el déficit en la recaudación fiscal, va a ser compensado por una aceleración económica (en el corto o largo plazo) nos encontramos frente a una disparidad enorme.

Entonces ¿cómo se debería afrontar ese déficit en la recaudación fiscal?

Esto debería ser muy simple. Aun habiéndose entregado ya el paquete económico de 2018, lo más sano seria hacer un recorte al gasto público. Pero recordemos que, 2018, es un año electoral. ¡Sorpresa!

Esto nos deja frente a un reto muy grande, y sin duda, frente a un debate amplio que debería darse en las agendas de los que aspiran a ser candidatos presidenciales.

El otro remedio para este déficit, sería inevitablemente: 1) Contratar más deuda gubernamental. Esto encarecería indirectamente el costo del crédito, las tasas de interés subirían, veríamos un crecimiento lento, tasas inflacionarias en aumento, y aunque se incentive el consumo, el poder adquisitivo caería. 2) Modificaciones a los impuestos. Lo más sensato sería un aumento gradual del IVA, o bien, que se homogenice. Esto compensaría en cierta medida el déficit en el corto plazo, pero nuevamente repercutiría en el crecimiento económico a largo plazo, y todo esto, sin tomar en cuenta el hecho de que muchas empresas estadounidenses tendrían en consideración regresar a su país, por los beneficios fiscales que ya comentamos en la Reforma Fiscal de Trump.

Si, de nuevo, nos encontramos frente a un panorama complejo. Definitivamente, sumaria puntos, el hecho de que el próximo presidente de México tenga una amplia capacidad en el manejo de temas económicos.

Nota al pie: Un pesimista diría que sí es tan difícil mejorar al mundo, entonces quizá vivamos en "el mejor de los mundos posibles" (curiosamente, un cándido optimista diría lo mismo). Así que si quieres cambiar al mundo sin afectar a nadie, necesitarás mucha imaginación pues casi siempre habrá ganadores y perdedores--lo importante entonces es diseñar mecanismos de compensación económicamente viables y que no distorsionen demasiado los incentivos de la gente. ¿Qué tan eficientes serán los mercados para conseguir mejorías de Pareto? ¿Y los políticos?

Replicas: lacronicadetempoal@gmail.com

 
 
 

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